miércoles, 23 de septiembre de 2015

Contextos histórico, social y cultural. 

Su gran éxito, tanto en Gran Bretaña como en el resto del mundo, la convirtió en la película que consiguió la más alta “ratio” entre costes y beneficios en toda la historia del cine británico, además de impulsar las prolíficas carreras de los actores Cushing, Lee y del director Fisher como maestros de lo macabro. A pesar de toda la nutrida -y muy lucrativa- serie de secuelas que la siguieron, entre otras Las novias de Drácula (1960) o Los ritos satánicos de Drácula (1973) ninguna de ellas consiguió igualar el impacto y el terror que produjo el filme original, en parte por la forma tan espectacular en que fallece el Conde.
Además, la película plantea un terror y un erotismo, que si bien es cierto que hoy están plenamente superados, no tenían precedente alguno en su momento. Así pues, el aspecto sexual nos es mostrado explícita mente y podemos presenciar, por primera vez, aspectos tan esenciales de la relación vampírica como el que el mordisco del no-muerto produce en la mujer un placer cercano al orgasmo, además de una fortísima sumisión. Dracula es un monstruo asesino, pero al mismo tiempo posee un poderoso atractivo sexual, frente al cual, las inocentes mujeres de la época victoriana, están totalmente indefensas.
Es muy famosa por su innovadora combinación de fantasía, romance y sexualidad, con un ambiente goticista, muy característico, que se manifiesta en la utilización de un colorido rico y sensual, un generoso despliegue de sangre y un sentido de la anticipación subrayado por el ritmo rápido del montaje y la creciente tensión creada por un enervante e implacable acompañamiento musical compuesto por James Bernard.

Críticas
Esta gótica versión de la novela de Stoker me parece el mejor acercamiento a la figura del vampiro de la historia del cine. La magnífica dirección de Terence Fisher y las convincentes y sobrias interpretaciones de Peter Cushing y Christopher Lee hacen el resto. 
La versión de Murnau, Nosferatu, nos presentaba un vampiro (conde Orlok) deforme, monstruoso, dentro de una atmósfera expresionista de gran belleza visual. Tod Browning dirige a un acartonado y teatral Bela Lugosi, muy inferior al salvaje retrato del mal que desarrolla magníficamente Christopher Lee, y que está mucho más acorde con la figura diabólica de la novela. La última película importante sobre Drácula, realizada por Francis Ford Coppola, está lejos de ser un film enteramente de terror, teniendo más elementos de cine romántico, a pesar de ser un claro homenaje al vampiro de Murnau. Por todo ello, Horror of Drácula, título original en inglés de esta obra maestra de la Hammer, es la mejor película de vampiros que he visto. Además, hay que destacar dos aspectos fundamentales de ella: el bajo presupuesto no impide realizar buen cine y la duración excesiva no hace que una película sea mejor, más bien todo lo contrario.

Final
En definitiva, la mejor película de Terence Fisher (seguida muy de cerca por “El cerebro de Frankenstein” ) ; una obra maestra total y absoluta, de la historia del cine fantástico, y del cine en general.